Vía Crucis según el Diario de Sor Faustina

Oración preparatoria
"Señor misericordioso, Maestro mío, deseo seguirte con fidelidad, deseo imitarte en mi vida cada vez más perfectamente. Por eso te ruego que a través de la meditación de tu Pasión me concedas la gracia de comprender cada vez mejor los misterios de la vida espiritual. María, Madre de la Misericordia, siempre fiel a Cristo, guíame por las huellas de la dolorosa pasión de tu Hijo y alcánzame las gracias necesarias para que este Vía Crucis sea fecundo en mi corazón."
Primera Estación
Jesús es condenado por el Sanedrín
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero buscando un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraron, a pesar de que fueron presentados muchos falsos testigos.
Jesús: "No te extrañes si a veces sospechan de ti injustamente. Yo, por amor a ti, fui el primero en beber este cáliz de sufrimientos injustos. Cuando estaba ante Herodes, he obtenido para ti la gracia de saber elevarte por encima del desprecio humano, de seguir fielmente mis pasos."
Sor Faustina: "Jesús, somos sensibles a las palabras y queremos responder de inmediato sin reparar si es la voluntad de Dios que hablemos. El alma silenciosa es fuerte, ninguna contrariedad le hará daño si persevera en el silencio. El alma silenciosa es capaz de la más profunda unión con Dios. Jesús misericordioso, ayúdame a que sepa aceptar cada juicio humano y no me dejes pronunciar nunca la sentencia de condena contra ti en mis prójimos."
Segunda Estación
Jesús carga con la cruz
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Pilato entonces tomó a Jesús y mandó a azotarle. Los soldados pensaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto púrpura. Y acercándose a él le decían: "Salve, Rey de los judíos".
Salió entonces Jesús llevando la corona de espinas y el manto púrpura. Dice él es Pilato: 'He aquí al hombre'. Al verlo, los sumos sacerdotes y los guardias gritaron: "¡Crucifícalo, crucifícalo!"
Jesús: "No tengas miedo de los sufrimientos, yo estoy contigo. Cuanto más ames el sacrificio, tanto más puro será tu amor hacia mí."
Sor Faustina: "Oh Jesús te doy gracias por las pequeñas cruces, por las contrariedades con las que tropiezan mis propósitos, por el peso de la vida comunitaria, por una mala interpretación de mis intenciones, por las humillaciones por parte de los demás, por el comportamiento áspero frente a mí, por la salud débil y por el agotamiento de las fuerzas, por repudiar yo mi propia voluntad, por el anonadamiento de mi propio yo, por la falta de reconocimiento en todo, por los impedimentos hechos a todos mis planes. Jesús misericordioso, enséñame a apreciar las dificultades de la vida, la enfermedad, cada sufrimiento, y con amor llevar esta cruz cotidiana."
Tercera Estación
Jesús cae por primera vez
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Todos nosotros como ovejas erramos; cada uno marchó por su camino. El Señor descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Él llevó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.
Jesús: Las culpas involuntarias de las almas no impiden mi amor ni me son obstáculo en unirme a ellas. En cambio, las culpas, aunque las más pequeñas, pero voluntarias, obstaculizan mis gracias y no pueden colmar a tales almas de mis dones.
Sor Faustina: "Oh Jesús mío, soy tan propensa al mal, y eso me obliga a vigilarme continuamente, pero nada me desalienta. Confío en la gracia de Dios, que abunda donde la miseria es más grande. Señor misericordioso, guárdame de cualquier infidelidad, aunque sea la más pequeña, pero voluntaria y consciente."
Cuarta Estación
Jesús se encuentra con su Madre
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el alma.
Jesús: Si bien todas las obras que surgen por mi voluntad están expuestas a grandes sufrimientos, todavía considera si ha estado alguna de ellas expuesta a mayores obstáculos como la obra directamente mía, la obra de la redención. No te debes preocupar tanto por las contrariedades.
Sor Faustina: Vi a la Santísima Virgen que se me acercó y me dijo estas palabras: "Sé valiente, no tengas miedo de los obstáculos engañosos. Si no contemplas atentamente la pasión de mi Hijo, y de este modo vencerás". María, Madre de la Misericordia, está conmigo siempre, sobre todo en el sufrimiento, así como estabas en la vía dolorosa de tu hijo.
Quinta Estación
Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Cuando lo llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús.
Jesús: Permito contrariedades para aumentar sus méritos. Doy la recompensa no por el resultado positivo, más bien por la paciencia y las fatigas soportadas por mí.
Sor Faustina: "Oh Jesús mío, tú no das la recompensa por el resultado de la obra, sino por la voluntad sincera y el esfuerzo emprendido. Por lo tanto, estoy completamente tranquila aunque todas mis iniciativas y mis esfuerzos quedarán frustrados o no fueran realizados jamás, si hago todo lo que está en mi poder, lo demás no es cosa mía. Jesús, Señor mío, que cada pensamiento, cada palabra, cada actividad se han emprendido solo por amor a Ti, purifica mis intenciones."
Sexta Estación
Verónica enjuaga el rostro de Jesús
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
No tenía apariencia ni presencia, y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciado y marginado, hombre doliente y enfermizo, como de taparse el rostro por no verle, despreciable, un don de nadie.
Jesús: Sabe que todo aquello que haces de bueno por cualquier alma, lo acepto como si lo hubieras hecho a mí mismo.
Sor Faustina: "Aprendo a ser buena de Jesús de Aquel que es lo bondad misma, para que pueda ser llamada hija del Padre Celestial. Un gran amor sabe transformar las cosas pequeñas en cosas grandes y solamente el amor da valor a nuestras acciones. Señor Jesús. Maestro mío, haz que mis ojos, mis manos, mi boca, mi corazón, sean misericordiosos. Transfórmame en misericordia."
Séptima Estación
Jesús cae por segunda vez
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Él ha cargado con nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado.
Jesús: "La causa de tus caídas depende del hecho de que cuentas mucho sobre ti mismo y te apoyas muy poco en mí. Sabes que solo no puedes hacer nada; sin mi ayuda particular, no eres ni siquiera capaz de recibir mis gracias."
Sor Faustina: "Jesús, no me dejes solo. Tú sabes, Señor, lo débil que soy. Soy un abismo de miseria, soy la nada misma. Por eso, Jesús, tienes que estar continuamente conmigo, como la madre cerca de su niño débil, y aún más, que me apoye en tu gracia, Señor, para que no caiga continuamente en los mismos errores. Y si caigo, ayúdame a levantarme y a glorificar tu misericordia."
Octava Estación
Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Les volvía Jesús la mirada y les decía: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos".
Jesús: "Oh, cuánto me agrada la fe viva. Deseo que haya en ustedes más fe en el momento actual."
Sor Faustina: "Te ruego ardientemente, Señor, que refuerces mi fe para que en mi vida cotidiana no me guíe según las consideraciones humanas, sino según el espíritu. Como todo atrae al hombre hacia la tierra, pero una fe viva mantiene el alma en una esfera más alta y el amor propio le asigna el lugar que le corresponde, es decir, el último. Señor misericordioso, gracias por el santo bautismo y la gracia de la fe. Vuelvo a llamar continuamente: Señor, creo, aumenta mi fe."
Novena Estación
Jesús cae por tercera vez
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Por nuestros pecados fue él traspasado, por nuestras culpas molido. El castigo que nos salva pesó sobre él, y por sus llagas fuimos curados.
Jesús: "Has de saber que el mayor obstáculo para la santidad es el desaliento y la inquietud injustificada que te quitan la posibilidad de ejercitarte en las virtudes. Yo estoy siempre dispuesto a perdonarte. Cada vez que me lo pidas, glorificas mi misericordia"
Sor Faustina: "¡Oh Jesús mío! A pesar de tus gracias, siento y veo toda mi miseria. Comienzo el día luchando y lo termino luchando; en cuanto aparto una dificultad, en su lugar surgen diez por superar. Pero no me aflijo por ello, porque sé muy bien que este es tiempo de lucha y no de paz. Señor misericordioso, te doy lo que es mi propiedad exclusiva, es decir, el pecado y la debilidad humana. Te ruego que mi miseria se ahogue en tu insondable misericordia."
Décima Estación
Jesús es despojado de sus vestiduras
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo
Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos y los dividieron en cuatro partes, una para cada soldado. También tomaron su túnica, que no tenía costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Dijeron: "No la rompamos, echemos las suertes a ver a quién le toca", para que se cumpliera la Escritura.
Sor Faustina: Jesús se presentó delante de mí inesperadamente, despojado de las vestiduras, cubierto de llagas en todo el cuerpo, con los ojos llenos de sangre y de lágrimas, la cara desfigurada, cubierta de salivazos. De repente el Señor me dijo: La esposa debe asemejarse al Esposo.
"Entendí estas palabras en profundidad. Aquí no hay lugar para ninguna duda: mi semejanza a Jesús debe realizarse a través del sufrimiento y la humildad. Jesús manso y humilde de corazón, haz mi corazón según tu corazón."
Undécima Estación
Jesús es clavado en la cruz
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Los que pasaban por allí lo insultaban, meneando la cabeza y diciendo: "Tú, que destruyes el santuario y en tres días lo levantas, sálvate a ti mismo si eres Hijo de Dios, baja de la cruz". Igualmente, los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos le decían: "A otros salvó, a sí mismo no puede salvarse. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si en verdad le quiere".
Jesús: "Discípula mía, ten un gran amor para aquellos que te hacen sufrir; haz el bien a quienes te odian."
Sor Faustina: "¡Oh Jesús mío! Tú sabes qué esfuerzos son necesarios para tratar sinceramente y con sencillez con aquellos de los cuales nuestra naturaleza huye o con los que nos hicieron sufrir consciente o inconscientemente. Esto es imposible humanamente. En tales momentos, más que en otras ocasiones, trato de descubrirte a Ti, Jesús, en aquellas personas, y por Ti hago el bien para ellas. Oh amor purísimo, reina totalmente en mi corazón y me deja amar lo que supera la medida humana."
Duodécima Estación
Jesús muere en la cruz
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Era ya cerca del mediodía cuando el sol se eclipsó y fue oscuridad sobre toda la tierra hasta las tres de la tarde. Y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu". Y dicho esto, expiró. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.
Jesús: Todo esto por la salvación de las almas. Reflexiona, hija mía, sobre lo que haces tú para su salvación.
Sor Faustina: "Entonces vi a Jesús clavado en la cruz. Después de estar Jesús colgado en ella, vi toda una multitud de almas crucificadas con Jesús. Y vi la tercera multitud de almas, y la segunda de ellas. La segunda infinidad de almas no estaba clavada en la cruz, sino que las almas sostenían fuertemente la cruz en la mano. Mientras tanto, la tercera multitud de almas no estaba clavada ni sostenía la cruz fuertemente, sino que esas almas arrastraban la cruz detrás de sí y estaban descontentas."
Jesús: "Ves a aquellas almas que son similares a mí en el sufrimiento y en el desprecio, las mismas serán similares a mí también en la gloria. Y aquellas que me asemejan menos en el sufrimiento y en el desprecio, las mismas me asemejarán menos también en la gloria."
Sor Faustina: "Jesús, Salvador mío, esconde en el fondo de tu corazón para que, alimentada con tu gracia, pueda asemejarme a ti en el amor a la cruz y participar en tu gloria."
Decimotercera Estación
Jesús es descendido de la cruz
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: "Ciertamente este hombre era justo". Y toda la muchedumbre que había acudido a ese espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvió dándose golpes de pecho. Todos los conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia viendo estas cosas.
Jesús: "El alma más querida para mí es la que cree fuertemente en mi bondad y la que tiene confianza plenamente. Le ofrezco mi confianza y le doy todo lo que pide."
Sor Faustina: "Acudo a tu misericordia, Dios compasivo. Solo tú eres bondad. Aunque mi miseria es grande y mis ofensas muchas, confío en tu misericordia porque eres Dios de misericordia, y desde tiempo inmemorial nunca se ha oído, ni el cielo ni la tierra recuerdan, que un alma confiada en tu misericordia haya quedado decepcionada. Jesús misericordioso, cada día multiplica en mí la confianza en tu misericordia para que siempre y en todas partes dé testimonio de tu bondad y de tu amor infinito."
Decimocuarta Estación
Jesús es sepultado en el sepulcro
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo"
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, como acostumbraban a hacer los judíos para la sepultura. En el lugar donde Jesús había sido crucificado había un huerto, y en el huerto, un sepulcro nuevo en el que nadie había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
Jesús: "Aún no estás en la patria; así pues, ve fortalecida con mi gracia y lucha por mi reino en las almas humanas y lucha como una hija real y recuerda que pronto pasarán los días del destierro , con ellos la oportunidad de adquirir méritos para el cielo. Espero de ti un gran número de almas que glorifique mi misericordia durante toda la eternidad."
Sor Faustina: "A cada alma que me has confiado, oh Jesús, procuraré ayudarla con la oración y el sacrificio para que tu gracia pueda obrar en ella. Oh gran amante de las almas, Jesús mío, te agradezco por esta gran confianza, ya que te has dignado confiar estas almas a nuestro cuidado. Oh Señor misericordioso, que no perezca ni una sola alma de las que me has confiado."
Oración después del Viacrucis
"Jesús mío, mi única esperanza, te agradezco este gran libro que has abierto delante de los ojos de mi alma. Este gran libro es tu pasión afrontada por amor hacia mí. De este libro he aprendido cómo amar a Dios y a las almas; en él están encerrados inagotables tesoros. ¡Oh Jesús, que pocas son las almas que te entienden en tu martirio de amor! Feliz el alma que ha entendido el amor del corazón de Jesús."